Estilo de vida minimalista, práctico y sencillo. Sé que esto del minimalismo no es algo nuevo. Seguramente estés cansado de escucharlo y de ver cada vez a más personas que se suman a este movimiento. Sin embargo, cuando escribí la entrada de mi post sobre «Cómo ser experto en dejar ir y alejarse de lo tóxico», se me quedó en el tintero hablarte de la parte material de este súper poder.
No sólo es importante ser capaz de agradecer a cada persona y situación la función en tu vida. Sino que el exceso de objetos materiales cargados de energía nos pueden producir mucho desasosiego. En mi caso, cuando empecé a interesarme sobre el estilo de vida minimalista, me di cuenta de que ya lo practicaba desde hace unos años. ¡Y yo sin saberlo!
No voy a ser la pesada que cuente en qué consiste este estilo de vida porque creo que cada uno debe encontrar la fórmula que le funcione para vivir la suya. Y que es genial informarse, conocer, preguntar e inspirarse para ampliar los conocimientos y poder escoger aquello que más se adapte a nosotros. Sin embargo, quiero compartir pequeños consejos, tips y vivencias de mi estilo de vida minimalista y sus respectivos beneficios.
El estilo de vida minimalista y las compras compulsivas
No sería interesante esta entrada si no te contara mi experiencia con las compras. Si me sigues por Instagram sabrás que me considero muy práctica, apenas consumista y no me interesan las modas ni lo que se lleva. Soy muy cuidadosa en qué me gasto el dinero y no me gusta acumular.
Pero esto no siempre ha sido así. Por eso me siento capacitada para ponerme en el lugar de cualquiera que sienta apego por las cosas y la necesidad de adquirir productos porque sí. Desde bien jovencita he sido bastante manirrota. La pequeña paga que me daban mis padres me la gastaba íntegra y no sabía qué era eso de ahorrar. Cuando mi hermana tenía la posibilidad de comprarse algo porque fue más previsora que yo a mí se me comían los demonios.
La cosa no mejoró cuando empecé a trabajar a mis 16 años y cobré mi primer sueldo. Me pulí el sueldo entero en salir a comer, cenar e invitar a mis amigos a hacer cosas. Desde ese momento no paré de tener trabajos de media jornada los fines de semana, festivos y vacaciones para no depender de la paga y ser autosuficiente. Al menos con mis gastos. Después de muchos trabajos, conseguí quedarme indefinida en Stradivarius los fines de semana mientras estudiaba mi carrera de Periodismo. Aguanté unos 5 años y medio. Y por aquel entonces sentía una necesidad imperiosa de adquirir las nuevas prendas que llegaban.
Recuerdo que algo dentro de mí me llamaba y me atrapaba. Compraba cosas de baja calidad que se estropeaban con el tiempo y que muchas veces ni me ponía. Sentía necesidad real por tener. Pensaba que eso solucionaría mis malestares y mis angustias emocionales. La sensación de bienestar es momentánea. Luego todo vuelve a la normalidad. Pero con menos dinero, más cosas innecesarias y más ruido mental.
El minimalismo y las rebajas
La misma sensación la percibo en los demás cuando son rebajas, precios especiales o en los buffet de comida. Que algo tenga un descuento o esté barato no significa que haya que comprarlo. Que con algo te ahorres equis cantidad no significa que haya que adquirirlo. Puesto que también hay que invertir dinero. Y ocupa espacio.
Ojo, con esto no quiero decir que no sea interesante adquirir determinados objetos con descuento y buenos precios para ahorrar. Ya que todos necesitamos cosas de verdad y es el mejor momento de comprarlo. Me refiero a comprar porque sí sin consciencia plena.
Cuando dejé el trabajo en la tienda me desintoxiqué de esta práctica. Tomé la decisión de no ser dependiente de objetos ni de ropa ni de nada. Quería ahorrar, invertir el dinero en viajes, estudios y experiencias. Y me apetecía tener el control sobre mis actos y no dejar que el marketing y las técnicas de ventas decidieran por mí. Aquí comenzaba mi periplo por un estilo de vida minimalista.
Trucos para empezar con un estilo de vida minimalista
Siguiendo con el ejemplo de la ropa, lo primero que hice fue una limpieza de armario a lo Marie Kondo. Y no es porque esta señorita esté hasta en la sopa, que también. Sino porque es muy interesante cómo expone las relaciones con los objetos y sus energías. Si no te has leído «La magia del orden» podría ser un buen comienzo.
Me propuse no sentir más apego por nada en concreto. Solté lastre y dediqué muchas limpiezas generales para deshacerme de lo que ya no tenía sentido para mí. A día de hoy continúo haciendo espacio en mi vida y aunque casi no tengo de nada, me sigue pareciendo mucho.
A la hora de ir de compras sé de antemano qué prendas son las que necesito. Y si no está en mi lista es rarísimo el día que cae en mi cesta. Además, analizo bien esa prenda, me la pruebo, me imagino con ella e intento enfocar si me la voy a poner y le voy a sacar partido. Puesto que lo normal es que nos enamoremos de ropa que luego seguramente te pongas un día.
Si no estoy segura del todo, la adquiero y la dejo en el armario. Cuando la estreno instantáneo y soy capaz de disfrutarla, me la quedo. Si veo que pasa el tiempo y noto que la rechazo. Se va directamente a la tienda de donde nunca debió salir.
Por otro lado, cuando necesito adquirir un producto de elevado importe como un ordenador, cámara, móvil, reloj, etc. dedico mucho tiempo a la investigación, comparativas y prestaciones. Leo opiniones y me empapo de su energía. Si creo que es lo que quiero, voy a por ello. E invierto el dinero con gusto y muy segura de que lo he hecho bien.
De pequeña nos enseñaron demasiado bien el valor de las cosas y a decidir lo que queríamos de verdad. Es uno de los mejores legados que me han dejado mis padres. Y a día de hoy, lo poco que tengo son mis cosas favoritas en el mundo.
Viajar acorde a un estilo de vida minimalista
Quien me conoce ya no se sorprende de cómo soy, de lo poco que me gusta el postureo, de que menos es más y que soy tan práctica que a veces asusta. Pero lo que más llama la atención a quien no me conoce son mis mini maletas de los viajes. No me gusta facturar y soy capaz de irme 17 días a la otra parte del mundo con un pequeño bolso de mano de apenas 8 kilos de peso.
Cuando comencé a recorrer el mundo, me tuve que adaptar a esta circunstancia. Y al principio me generó mucho desasosiego. Yo también he sido de las de los «por si acaso». Pero le eché valor y nunca me han regalado algo tan valioso como el viajar ligero.
Incluso suelo volver con ropa que ni me he puesto y muy satisfecha con mi practicidad. Cuando viajas de esta manera te despreocupas de casi todo. Solo tienes que centrarte en un bolso de mano y el tiempo que se ahorra es abismal. ¿Te he dicho ya que lo que más valoro en el mundo es el tiempo? Pues eso.
Las interferencias y la merma de energía antes de comenzar un estilo de vida minimalista
Todo lo que te cuento lo podemos extrapolar a cualquier objeto material o servicio que te genere estas dependencia. Cuando entras en un espacio propio recargado de elementos sientes desasosiego. Ese caos externo puede alterar nuestro eje interno. Personalmente, con la mente perfeccionista y cuadriculada que tengo, me genera mucha ansiedad la acumulación de objetos y los espacios llenos de cosas.
Me encantan los espacios despejados, con colores claros, todo en su sitio y bien ventilado. Tanto para una buena convivencia en casa, como para una jornada provechosa en la oficina, o un disfrute en un restaurante. ¿No te pasa lo mismo?
Por ello, creo que el primer paso para adquirir un estilo de vida minimalista que te reporte bienestar, calma mental, mucho relax y felicidad es comenzar con los espacios de tu casa donde puedes meter mano. Los armarios, la cocina, los muebles, los objetos pequeños… Y poco a poco, ir ampliando el método a los demás ámbitos de tu vida. Ya sean emocionales, personales o de servicios. Lo que genere dependencia debería estar alejado de ti. Y sino, al menos que seas capaz de identificarlo.
Me quedo con muchas ganas de que me cuentes si practicas el minimalismo, cuáles son tus herramientas o si te estás plantearlo hacerlo. Gracias por leerme un martes más bellis. NAMASTÉ.
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