Cinco centímetros menos de fémur no es el problema, pero sí lo que hay detrás de esa percepción. Con este título quiero comenzar uno de los que probablemente sea mi post más personal y que más difícil me resulte escribir. Sin embargo, debido a la gran cantidad de testimonios cercanos de chicas, sobre todo, que tienen el mismo «problema», no puedo quedarme indiferente.
Últimamente en mi entorno me estoy encontrando historias de chicas que se sienten mal con su cuerpo. Muy mal. Pensarás que este es un mal del primer mundo y que está tan normalizado que ya no se considera relevante. ¿A quién conoces tú que realmente ame su cuerpo? Párate a pensar un segundo y sé sincero contigo mismo. ¿Te quieres en todo tu conjunto? Si tu respuesta es sí, enhorabuena. Has conseguido un equilibrio y un amor propio alucinante. Si la respuesta es no, no pasa nada. Estamos a tiempo de remediarlo 😉
El post de hoy lo escribo poniendo sobre el teclado toda mi esencia y regalándote una experiencia muy personal que ha marcado casi mis 30 años de vida. Estoy hablando de ni más ni menos de los famosos TCA’s. Los Trastornos de Conducta Alimentaria. La verdad es que cuando yo era más jovencita no los denominaban así todavía. Ahora parece que son una plaga y realmente son una enfermedad demasiado habitual en la sociedad. Los más comunes son la anorexia y bulimia nerviosa, la ortorexia (obsesión por la comida sana) y la vigorexia (obsesión por el ejercicio físico).
La autoestima y sus cinco centímetros menos de fémur
El objetivo de este post es contarte cómo he ido superando las diferentes etapas de esta enfermedad y lo que he aprendido de ella. Las diferentes fases, sentimientos y emociones. Y cómo poco a poco si le pones fuerza y ganas, puedes cambiar el pensamiento. No hay que olvidar que estas enfermedades son mentales como consecuencia de causas de origen biológico, psicológico, familiar y sociocultural. Y como sabes, no es nada fácil luchar contra uno mismo.
La elección de este título ha sido por mi gran complejo con mis piernas. Sí, mis piernas. Esas que alaban y me dicen en muchas ocasiones que son preciosas, musculadas, con una forma envidiable… Y ahora sí que veo una belleza en ellas. Sin embargo, siempre he pensando que tener cinco centímetros menos de fémur era mi problema, entre otros muchos. Cuando eres adolescente y tu cuerpo comienza a cambiar, a desarrollarse, no puedes evitar compararte con los demás. No sabes gestionar la envidia de los estímulos que recibes de prensa, revistas, sociedad… Quieres convertirte en una chica que encaje en los cánones con los que nos bombardean. ¡¡Y zasca!! Comienzan los problemas.
En mi caso, hay que añadir la falta de autoestima que vengo arrastrando desde mi tierna infancia. Los miedos a enfrentarme a la realidad. Mi desbordante (auto)control, perfeccionismo, exigencia. Mis inseguridades mentales, físicas y emocionales. Mi falta de valentía a arriesgar. Mis miedos. Mis enormes miedos.
Los cinco centímetros menos de fémur con los que nací me hacían pensar que mis piernas eran demasiado cortas y por ende, más anchas de lo necesario. Sintiendo que mi tronco era mucho más largo y desproporcionado. Con una espalda, hombros y brazos generosos y descompensados. La realidad es que sí que tengo los brazos más largos que mis piernas y mi envergadura no cumple con lo «normalmente» establecido. Pero oye, otras cosas buenas podré hacer con mis super brazos 😉
El principio de la pesadilla
El desencadenante de mi anorexia nerviosa fue el inocente comentario de una compañera de clase allá por el año 2003. Cuando yo solo tenía 14 años. Cuando sus inofensivos labios hicieron alusión a sus kilos de más y la necesidad de hacer dieta. ¡¡Ella!! Que lucía unas piernas largas, finas, cadera con curvas y una esbeltez que yo admiraba. Mi memoria de elefante no deja que olvide nada de mi vida, por lo tanto recuerdo a la perfección mi cara de estupefacción cuando la escuché pronunciar esas endemoniadas palabras.
A partir de ahí empecé a verme en el espejo de una manera más crítica y con menos tacto. Mi cuerpo siempre ha sido más atlético, con espalda y hombros anchos y cadera estrecha. Lo que hoy se conoce como triángulo invertido. Y con mis cinco centímetros menos de fémur y mis largos brazos hacíamos un combo perfecto. En aquel momento era de la ingenua opinión de que si todos tenemos dos brazos, dos piernas, dos ojos y una boca… ¿Por qué no podemos ser iguales? ¿Por qué no podemos hacer nada para parecernos a ese humano que tiene lo que ansiamos?
Hasta que no he sido consciente con el paso de los años de que eso no es posible, no he comenzado a cambiar el chip. En el momento en que te das cuenta de que a pesar de tener los mismos órganos y extremidades todos somos distintos, no hay milagro. Y además, somos preciosamente distintos.
Aprender a quererse y a valorarse
Este tipo de enfermedades mentales nos juegan muy malas pasadas. El primer paso es reconocer que tenemos un problema, estar dispuestos a dejarnos ayudar y, sobre todo, estar dispuestos a hacer progresos. A día de hoy no puedo decir que esté libre del TCA porque cuando pasan tantos años y sigue siendo un tema protagonista en tu mente, nunca te libras de él. Lo que sí que puedo decir orgullosa es que he aprendido a vivir con él y a reconciliarme con mi esencia. Así como a aceptar que tener cinco centímetros menos de fémur no es el problema 😉
He pasado etapas largas de mi vida en los que no he dedicado ningún pensamiento a la comida ni a mi físico. Es muy agotador estar controlando constantemente cualquier estímulo alimenticio de nuestro día. ¡¡Pero si comemos todos los días y varias veces!! Sin embargo, en las etapas en las que me siento más inestable a nivel vital, ya sea laboralmente, emocionalmente, familiarmente, recaigo en la obsesión.
Soy una chica muy obsesiva y no me da miedo reconocerlo. Es parte de mi carácter y cuando me da por algo voy al 200%. Soy una chica de extremos también. Paso de 200 a 0 en un segundo. No te asustes, sigo trabajando en ello día a día y reconozco mis éxitos, que no son pocos. Con casi 31 años estoy miles de escalones por encima del punto de partida. He invertido mucho tiempo, dinero y esfuerzo en tratar de sanarme y de convertirme en mi mejor versión. En ser una chica «normal» sin tantos pensamientos periféricos y sin tantas complicaciones.
Sin duda lo que me ayudó a soltar lastre y a quererme más fue darme cuenta de que ninguno de nosotros nos parecemos ni somos iguales. Nuestra forma ósea y muscular es distinta. Nuestro físico siempre va a tender a ser de una forma concreta. Podemos mejorarlo, está claro. Y debemos cuidarlo y ejercitarlo para que nos permita hacer todas esas actividades que nos hacen felices. Rendirle culto al cuerpo desde el amor y desde el bienestar. Desde la salud mental y emocional.
Tener cinco centímetros menos de fémur me ha traído felicidad
No voy a decir que a día de hoy esté cien por cien curada porque este tipo de enfermedades te acompañan toda la vida. Lo que sí que podemos hacer es darle la vuelta y tratar de vivir de la mejor manera posible con nuestras limitaciones. Paso etapas en las que me siento inestable y lo único que me hace estar centrada es el control con la comida. Sin embargo, en cuanto empiezo a ver las señales conocidas de que se me está yendo de las manos… ¡¡paro!! He aprendido a convivir con ello y a no hacerme tanto daño. Ni físicamente ni mental.
Como comentaba anteriormente para mí fue un cambio de chip cuando me percaté de que todos somos distintos y tenemos nuestras peculiaridades. Que a pesar de tener las mismas extremidades y órganos no podemos ser como otros. Nunca. No lleves tu cuerpo al extremo porque es tu herramienta de vida para poder disfrutar de todo aquello que te gusta. No dejes que tu mente te controle y aprovéchate de su potencial para sacarte el máximo partido.
Hoy en día me encuentro en una etapa equilibrada en la que he asumido y entendido que hay cosas que son así y no se pueden cambiar. Que lo primero de todo es estar sana, sentirme sana y vivir en paz conmigo misma. En todos estos años he pasado muchos procesos y he buscado la ayuda que creía que necesitaba en cada ocasión. Pero lo único que funciona es que estés dispuesto a darte tregua y a aceptar que las cosas son mucho más fáciles de lo que parecen. Y que empeñarse en ponernos una losa tan grande sobre nuestros hombros solo nos hace más infelices.
Tener cinco centímetros menos de fémur me ha traído felicidad porque son las piernas que me han tocado, los hombros que me han elegido, los píes con los que voy a avanzar cada día, los ojos que me permiten ver y la voz que permite expresarme. Es la que es y punto. No hay más. Quiérete por dentro y lo reflejarás por fuera. ¿Acaso no eres capaz de ver toda la belleza que hay en la persona que tienes en frente? ¿Entonces porque eres tan duro contigo mismo? ¿Merece la pena?
Tips y consejos para quererse más y quererse bien a pesar de los cinco centímetros menos de fémur
- Dedícate palabras bellas.
- No te compares.
- Rodéate de personas bonitas que sumen.
- Ponte esa ropa y esos accesorios que te hacen sentir seguro.
- Emplea una hora del día mínimo para tu cuidado.
- Crea anclajes emocionales potentes para sanarte.
- Visualiza dónde quieres llegar y ponlo en práctica.
- Proponte pequeñas metas alcanzables.
- Lee mucho. Expande tu cerebro y tus experiencias de vida.
- Relativiza. Nada es tan importante para hacerte estar tan mal.
- Practica algún deporte, ejercicios de relajación o meditación.
- Habla con tu entorno y expón lo que te acongoja. Desde el respeto y la asertividad.
- Todo son etapas. Lo que nos funciona en una época de nuestra vida no tiene por qué encajar en el presente.
- Sé flexible y acepta los cambios. Házte experto en dejar ir. Para poder llenar, hay que vaciar.
- Sé impecable con tus palabras. Sé más consciente de ellas y más amable contigo mismo.
- No intentes hacer todas estas cosas a la vez y no te sientas mal si no eres capaz de hacer ninguna. Tienes derecho a estar mal, a estar furioso, a maldecir y a caerte. Lo que importa es que sepas levantarte, pedir perdón y tener ganas.
Quiero compartir contigo un vídeo que me regaló mi compañero de vida y desde que lo vi y lloré tanto que ahora lo tengo como referencia. Espero que lo disfrutes tanto como yo y que uses protección solar. Nos leemos muy pronto. GRACIAS de corazón. NAMASTÉ.
NOTA: He elegido el título de cinco centímetros menos de fémur no es el problema porque a lo largo de mi vida he hecho muchas gracias con este asunto. Lo asumo y los guardo con mucho cariño. Me pareció el más adecuado para no hacerlo demasiado explícito y para demostrarme que realmente este «inconveniente» es una tontería 😉
- Oporto en 3 días, recomendaciones y experiencias - 18 enero, 2023
- Prácticas de Dietética en clínica de nutrición - 10 junio, 2022
- Marmolado saludable de chocolate sin gluten - 21 diciembre, 2021
Lo que yo daria por tener tus piernas, ojala te vieras con los ojos que te veo yo . Enhoranbuena por todo lo que vas superando y aceptando .
Gracias AMIGA. Como tú quedan pocas. Eres una valiente y luchadora. Gracias por verme así, hace que tenga mucha más fuerza. Te quiero
Y quién establece las medidas que debe tener cada parte de nuestro cuerpo?y cuánto debe pesar? Se entiende que en épocas de formaci9n y crecimiento, los ilusos patrones puedan hacer mucho daño….autodaño
Pero cuando nuestro cerebro tiene las dimensiones necesárias, valora lo que es digno de valor y desecha prejuicios y creencias nefastas. Ahí radica la inteligencia y la aceptación de más de que cómo somos o creemos que somos, de lo que qué SOMOS realmente y aceptarnos y querernos, tal cual.
Asumiendo que la perfección no existe y es enfermizo buscarla. Nuestro cuerpo es el mejor porque es el contenedor de nuestra esencia y el que nos lleva por la vida. De ahí que deba cuidarse para que cumpla sus funciones lo más saludable posible. Y punto.
Mami de la de fémures pequeños? Pero corazón enorme😍
Gracias mami de fémures pequeños. La inteligencia radica en aprender que la perfección no existe. Y yo ya lo sé. Te quiero